Salí al mundo blanda, descascarada. Gateé, caminé y, cuando quise volar, me fabricaron alas de papel de diario, pero el abismo se me hizo grande y ahí quedé, en el living, dele pone y quita los discos de Canciones para mí y Cuentopos de Gulubú, que ya me sabía de memoria. Quería ser como ella. De una Walsh pasé a otro, a Rodolfo, y los del secundario fueron años de revolución. “Ser buena en lo mío para llegar a más gente”, pensaba después, y entré en la FADU. Cinco años más tarde me recibí y trabajé como diseñadora gráfica unos diez.

Pero todavía no volaba... Volar con pluma y letras, quería. Así llegaron nuevas lecturas, ya no solo de María Elena Walsh sino también de Wolf, Montes, Colasanti, Dahl y tantos otros. Mi corazón ya se había decidido.

En 2003 publiqué mi primer libro para chicos y empecé a formarme en talleres literarios, cursos y seminarios de literatura infantil. Seguí publicando mi mejor letra mientras narraba esas historias. Así recorrí el país durante más de quince años.

Me gusta estar con los chicos, sentirlos. Y dar todo de mí, desde mi arte y mis valores. Dejar alguna que otra huella en alguna que otra infancia para que esa infancia sea, por un momento, un poquito más feliz.