Salí al mundo apenas nací. Con el tiempo gateé, luego caminé y, cuando pedí volar, el cielo se me hizo grande, pero lo cambié los discos de “Canciones para mí” y “Cuentopos de Gulubú”, que empecé a saberme de memoria. De una Walsh pasé a otro, a Rodolfo, y los del secundario fueron años de revolución. “Ser buena en lo mío para llegar a más gente”, pensaba después, y entré en la FADU. Cinco años más tarde me recibí y trabajé como diseñadora gráfica unos diez.

Pero yo quería volar… y decidí hacerlo con plumas y letras, por lo menos. Así llegaron las lecturas de Wolf, Montes, Colasanti, Dahl y tantos otros. Mi corazón ya se había decidido. En 2003 publiqué mi primer libro para chicos y empecé a formarme en talleres literarios, cursos y seminarios de literatura infantil. Seguí publicando mientras narraba esas historias por el país, Lo hice durante más de quince años, hasta 2020. Durante la pandemia hice canciones y una ONG que se llama Fraga Cultural y ofrece arte y cultura a las infancias vulneradas.